quinta-feira, 31 de outubro de 2013

Amores Perros

Amores Perros
Marcos ocupa el zócalo mediático mundial y Alejandro González Iñárritu gana las salas de cine con una película rabiosamente viva. Los dos le dan un manotazo a la cámara para que de una buena vez enfoque lo siempre oculto, lo marginado, lo olvidado. ¡Viva México! Y México vive.
Amores perros resume así en tres historias anudadas accidentalmente el pulso bestial y fascinante de la Ciudad de México, ese laboratorio millonario en almas del cuarto mundo, esa perrera de hombres de todos los pelajes y las razas a los que no les queda otro remedio que defenderse a mordiscos.
Emilio Echeverria como El chivoY lo hace sin censurar dureza y sangre, pero también sin transigir en ningún momento con el espectáculo gratuito del dolor, sin exhibir ni regodearse; con el aliento sobrecogedor del mejor documental poético, pero sin la obscena complacencia del show reality, tan importado y tan de moda en las televisiones latinoamericanas. Y es capaz de apuntar y luego apuntalar en un final memorable un sutil discurso ético que metonímicamente pone al descubierto la frágil razón cobarde de los que están detrás, de los que planifican y ordenan la violencia desde la pulcra impunidad de sus despachos.


Gabriel Cunha

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